Por Diego Rodríguez (*)
La inesperada presencia de lobos marinos “colonizando” distintos sectores del Puerto Mar del Plata, centralizó la atención de la opinión pública en los últimos días. A primera vista podría verse como un dato de color en el extraño escenario que la pandemia de COVID-19 nos presenta a diario, pero una mirada más profunda nos ayuda a entender algunos de los aspectos menos conocidos de estos fascinantes animales.
Los puertos, como hábitats artificiales y dinámicos, presentan nuevos estímulos, amenazas y desafíos. Los lobos marinos muestran una marcada plasticidad en su comportamiento y fidelidad en el uso de las instalaciones portuarias como áreas de descanso. Este proceso de habituación implica reducir la respuesta a estímulos repetitivos o ignorar estímulos nuevos debido a que no se consideran amenazas, tales como el movimiento de público, maquinarias y vehículos. Un claro ejemplo de esto es la facilidad con que el público visitante puede acercarse a pocos metros de los lobos marinos tanto en el puerto de Mar del Plata como el de Quequén, mientras que en las colonias naturales se producen estampidas masivas a distancias menores a los 30-50 metros.
Los cambios rápidos, espontáneos y masivos en la ubicación de los grupos de lobos marinos que se evidenciaron en los últimos días, nos demuestran su capacidad de aprender rápidamente de situaciones novedosas -como el brusco descenso en la actividad portuaria- y transmitir socialmente este conocimiento. La propagación de los comportamientos de transmisión social ha demostrado ser muy rápida en lobos marinos de California, lo que les ha permitido detectar y depredar con asombrosa rapidez ciertas poblaciones de salmones en la costa Oeste de EEUU. En los últimos 20 años, las colonias de lobos marinos en Mar del Plata y Quequén han cambiado rápidamente su distribución interna al menos en dos oportunidades cada una y en intervalos de pocas semanas, demostrando claramente este proceso de aprendizaje y transmisión rápida.
Estudiar la estructura de la red social de estas loberías es crucial para comprender las respuestas de los animales ante situaciones novedosas, y gestionar eficientemente estos espacios de conflicto entre el hombre y la naturaleza. El estudio a largo plazo de asociaciones individuales en colonias portuarias, nos permitió definir un modelo de asociaciones individuales que se rompen y se vuelven a formar rápida y continuamente, similar al encontrado en lobos marinos de Galápagos, delfines, elefantes y jirafas. Una alta asociación entre ciertos individuos puede ser el resultado de la preferencia pasiva o la fidelidad a los lugares comunes de descanso, más que a comportamientos sociales genuinos y esta información puede ayudar a diseñar estrategias para evitar el uso intensivo de sectores críticos para la actividad portuaria.
La presencia de varios cientos de lobos marinos dentro de un puerto hace que su gestión sea un gran desafío. Comprender a qué tipo de estímulos responden y aprenden los animales, como así también cómo los factores sociales influyen en estos comportamientos pueden resultar claves para disminuir los potenciales conflictos con el sector pesquero. Las colonias portuarias de lobos marinos no sólo son una atracción turística imperdible, sino también un escenario ideal para aprender aspectos muy poco conocidos del comportamiento animal.
(*) Doctor en Ciencias Biológicas e investigador del CONICET.